EL INICIO DE UNA NUEVA REVOLUCIÓN
El francés Nicolas Appert ideó un sistema de conservación de alimentos en vacío que enseguida daría paso a la fabricación industrial de latas de conserva
La historia de la industria de las conservas no es reciente, se remonta al siglo XVIII, donde la conservación de alimentos se había convertido en una necesidad acuciante para los ejércitos y, todavía más, para los marinos, que a menudo se embarcaban en viajes oceánicos que duraban meses e incluso años. Los procedimientos tradicionales de conservación, tenían muchas limitaciones especialmente el tiempo de almacenamiento, el cual provocaba en los alimentos un mal sabor y hasta era perjudicial para la salud.
Todo empezó cuando Napoleón Bonaparte ofreció un premio de doce mil francos para aquel que diera con la manera de conservar los alimentos durante un largo periodo de tiempo y, así, conseguir que la comida que llevaba el ejército francés no acabara pudriéndose y/o enfermando a los soldados.
El ganador de dicho premio fue un francés, Nicolas Appert, de profesión confitero, quien en torno a 1795 ideó un procedimiento de conservación tan sencillo como eficaz. Consistía en colocar los alimentos en un tarro de cristal cerrado herméticamente y hervirlo durante un cierto período –con lo que, como descubriría Pasteur en 1860, se mataban los microorganismos–, tras lo que la comida se conservaba en perfecto estado y con todo su sabor.
Justo entonces otro francés, Philippe de Girard, marchó a Londres con la intención de explotar económicamente el invento. Girard aportó una innovación decisiva: en vez de tarros de cristal usaría recipientes de hojalata, esto es, láminas de hierro bañadas en estaño. Se asoció con un empresario inglés, Peter Durand, e hizo demostraciones ante la Royal Society de Londres.
En 1811, Durand vendió la patente a otro empresario, Bryan Donkin, un destacado ingeniero e inventor (se lo recuerda sobre todo por su modelo de máquina de papel continuo). Dos años más tarde, Donkin inauguró la primera fábrica de latas de conserva de la historia. Donkin se convirtió en suministrador oficial de comida enlatada para la marina británica, aunque inicialmente su uso se limitó a los soldados enfermos, y pese a que cerró su fábrica en 1821, muchas otras tomarían el relevo tanto en Europa como en América.
